1. Tener una autoestima ajustada no tiene nada que ver con el egoísmo.
Autoestima y egoísmo, dos conceptos que a menudo se confunden y que tan poco tienen que ver.
Quizá la confusión venga de que, en ambos casos, se apuesta por la priorización propia, y de una forma superficial puede llegar a parecer que ambos conceptos operan del mismo modo, pero nada más lejos de la realidad.
Sintetizando, la diferencia fundamental entre ambos es la presencia o la ausencia de empatía.
El egoísmo es su antítesis. Es el yo por encima de todo y de todos. No es que deseche la parte del/a otro/a, es que directamente ni la contempla. Está íntimamente relacionado con el egocentrismo, el narcisismo (que tampoco tiene nada que ver con la autoestima) y la ausencia de deseos de cooperación. El equilibrio se rompe siempre a favor de uno mismo, en cualquier caso y en cualquier momento.
La autoestima tiene que ver con el autocuidado, el reconocimiento propio, el diálogo interno ajustado y la auto-valorización. También incluye la priorización propia, por supuesto, pero desde el equilibrio y la empatía interna y externa.
La autoestima es constructiva, justa, saludable y necesaria. El egoísmo es… todo lo contrario. Deteriora las relaciones y las vuelve asimétricas. Alimenta (y se alimenta de) relaciones insanas.
Por todo esto, cuida tu autoestima y no dejes que te hagan sentir culpable por ello con el pretexto del egoísmo.
No, no es lo mismo. Dejemos de usarlo como si lo fuera.
2. Ese vacío se llena encontrándose a uno/a mismo/a
Nadie es el amor de tu vida. El amor de tu vida, eres tú. Así que trátate como tal y conócete al detalle. Descubre cada día algo nuevo de ti. Aprecia tus cualidades y abraza al resto.
Entiéndete, sé amable y afectuoso/a contigo. Háblate con respeto, muéstrate aprecio. Ten en cuenta tus preferencias y ofrécete momentos, personas, lugares bonitos/as. Sé compasivo/a contigo.
Abrázate. Todo lo que hay en ti es valioso, independientemente de los juicios que tú (o quien sea) puedas emitir. Cuídate como quien cuida algo preciado e indispensable. Protégete de todo aquello que pueda dañarte.
Trátate como te mereces.
3. Lo que piensa Pedro de Luis, dice más de Pedro que de Luis
Dejemos de atribuirnos la responsabilidad sobre lo que piensan los demás. Ninguno/a de nosotros/as tiene el poder de crear o controlar los pensamientos ajenos. A veces ni siquiera podemos controlar los nuestros propios…
Al final, lo que cada una/o de nosotras/os piensa no es más que un de una realidad pasada por innumerables filtros, que tienen que ver SOLO nuestra historia, nuestras características y nuestro momento actual.
Nada de esto tiene que ver con nadie más que nosotras/os.
De la misma forma que nada de lo que piense alguien tiene que ver directamente contigo. Con quien tiene todo que ver es CONSIGO.
De hecho, lo que piense o diga le describe a él o ella, más que a ti o a mí.
En lugar de analizar qué dice de ti lo que la otra persona dice sobre ti, quizá lo más práctico (y efectivo) será analizar qué dice de él o ella lo que él o ella dice, sobre ti y sobre el mundo.
¡No es un trabalenguas! Aunque lo parezca…
¿Qué te parece?
Mireia Valera
Dirección
Psicología General Sanitaria
Esp. Psicopatología Clínica y Terapia Contextual
Num. Col. 22209