Cuando el éxito se confunde con el fracaso

Equivocarse no es fracasar

Si me equivoco, es porque lo intento. Y si lo intento, es que me esfuerzo. Si me esfuerzo, muy probablemente lo consiga. Aprenderé y aprenderé, hasta que sea lo suficientemente hábil y capaz. Y llegue allí dónde quiero estar. La equivocación siempre antecede el conseguirlo. Así que, si hoy me equivoco, significa que estoy más cerca de llegar.

Por todo esto, muchas ¡muchísimas! Gracias, equivocación, por enseñarme y acercarme al éxito. Sin ti no podría lograrlo.

Perder casi siempre también significa ganar

A menudo la clave radica en el enfoque. Tendemos a centrarnos sólo en una parte de la realidad, desafortunadamente más ligada a lo desagradable.

Esto ocurre porque se da un fenómeno llamado «fusión emocional», a través del cual tendemos a teñirlo todo del color de la emoción que sentimos en cada momento. En otras palabras, nos cuesta ver más allá de la emoción.

Pero, ¿alguna vez has terminado agradeciendo que ocurriera aquello que en su día te pareció tan sumamente devastador? Exacto, con el tiempo pudiste detectar las ganancias resultantes de aquella pérdida inicial.

Y es que muy pocas cosas son positivas (constructivas, agradables, buenas…) O negativas (destructivas, desagradables, malas…) De forma absoluta. La mayoría son ambas cosas a la vez.

Relativizar la pérdida es una gran forma de tomar perspectiva y obtener un enfoque global, que integre y refleje del modo más honesto la realidad en su totalidad.

Cuando el éxito se confunde con el fracaso

A veces renunciar significa ponerse a salvo

El concepto de renuncia demasiado a menudo se asocia a la cobardía, y es injustamente considerado predictor de fracaso.

¿Lo es? ¿Siempre?

En absoluto. Como de costumbre, depende del contexto en el que se dé, y en todo caso es lícita, saludable y, en ocasiones, necesaria. Porque a veces no renunciar puede dañarte. No renunciar a una relación asimétrica, en la que no se tienen en cuenta tus necesidades, es mantenerte en una situación de vulnerabilidad. No renunciar a un trabajo que se ha vuelto abusivo, aunque creyeras (o te hicieran creer) que era el trabajo de tu vida, es permitir el abuso. No renunciar a un hábito cuando descubres que deteriora tu salud, es castigar tu cuerpo, y por lo tanto castigarte a ti.

Renunciar a veces es protegerse.

Y esto es todo un éxito.

Paz

Cuando el éxito se confunde con el fracaso

Ausencia de temor. Sensación de estar a salvo. Tranquilidad, calma… Confianza.

La palabra paz nos sugiere todo esto y mucho más, pero de toooodas las definiciones que se nos ocurren la que nos parece más acertada es la siguiente:

La paz es ese estado de satisfacción con uno/a mismo/a donde el auto-reproche, la lucha, el miedo y la culpa no tienen cabida.

¿Has experimentado alguna vez esta sensación?

La paz física, mental y personal es ese éxito que tanto buscamos. Renunciemos abierta y decididamente a todo aquello que nos la arrebata a poquitos cada día, y arropemos en nosotros aquellas acciones, personas o decisiones que la cultiven y consigan que, algún día, la paz nos invada del modo en que todos y todas merecemos.

Mireia Valera
Dirección
Psicología General Sanitaria
Esp. Psicopatología Clínica y Terapia Contextual
Num. Col. 22209