Mindfundless Inteligencia emocional

El estrés continuado puede llevarnos a desarrollar hábitos de pensamiento muy poco útiles, que nos desgastan y generan emociones desagradables en momentos inadecuados. A veces entramos en bucle, repasamos situaciones ya vividas una y otra vez, o imaginamos escenarios futuros que después difícilmente se materializan, pero que, en ambos casos, pueden ser foco de malestar. Regulando este pensamiento, de forma indirecta podemos modular nuestras emociones y dotar de una mayor tranquilidad y sosiego a nuestras vidas. A continuación, te explicamos algunos pasos para dar en esta dirección:

1. Para.

El ajetreo del día a día es fácilmente generalizable a nuestro pensamiento. Vamos de un tema a otro, y de este, pasamos a otro. Pensamos, pensamos, pensamos, un cosa, y otra, sin descanso, y la mayor parte del tiempo no somos conscientes de que lo hacemos, ni del contenido de estos pensamientos. Sin embargo, cóctel de emociones desagradables que resulta de estos procesos puede sernos de ayuda a la hora de identificar cuándo detenernos. Podemos usarlo a modo de alarma para saber que ahora, en este momento, toca parar: observar, oler, respirar, oír, saborear. Contemplar el mundo. No se trata de dejar de pensar. Se trata de elegir qué pensar ahora. Se trata de frenar el bucle para des-automatizar el pensamiento, poner orden y permitirnos descansar.

2. Sé consciente de tus límites.

A veces es fácil mezclar lo nuestro con lo ajeno. Querer solucionar lo que no está en nuestras manos es frustrante y desgastante emocional y cognitivamente. Sería de utilidad diferenciar el problema de la realidad. Un problema es cualquier cosa susceptible de ser solucionada. Una realidad, por el contrario, es invariable, no puede cambiar por mucho que deseemos lo contrario o nos enfoquemos en ello. Sin embargo, muchas veces desplegamos recursos, tiempo y esfuerzo para cambiar realidades que, o bien no pueden modificarse de ningún modo, o bien su cambio está en manos ajenas. En este último contexto poco podemos hacer más allá de comunicar-lo a la persona adecuada y dotar de recursos. Este análisis será de utilidad a la hora de enfocarnos de un modo funcional y ecológico hacia aquello que sí está en nuestras manos. De esta forma conseguimos sustituir emociones como impotencia y la frustración por sensaciones de capacidad, compromiso y eficiencia, reservando energía para causas realistas.

3. Redirígete hacia el ahora

Repasamos conversaciones pasadas, situaciones del trabajo, listas de cosas que tenemos pendientes… En el trabajo pensamos en lo que haremos al llegar a casa, y en casa lo que haremos en el trabajo. Y mientras tanto están pasando cosas, que pueden ser calificadas de insignificantes, pero que sin duda son valiosas. Tienen el valor del ahora. Sería útil poner un poco de orden en este caos en que los pensamientos pocas veces representan lo que realmente estamos viviendo en el momento presente. Para ello puede resultar de utilidad hacernos una sencilla pregunta: ¿Esto que estoy pensando, está ocurriendo ahora? Si es así, estupendo: vivámoslo. Pero una respuesta negativa puede constituir nuevamente una alarma que nos indique cuándo parar y reorientarnos hacia lo que verdaderamente está pasando en este momento. De esta práctica prolongada se desprenden sensaciones de tranquilidad y calma, que contribuyen a una mejor solución de problemas y rebajan la sensación de estrés.

4. Identifica esos pensamientos que aparecen automáticamente

Si analizamos el contenido de nuestros pensamientos, a menudo advertiremos que algunos son repetitivos, intrusivos y representan vagamente la realidad. Otros, claro está, son útiles a la hora de planificar, analizar, tomar decisiones o solucionar problemas. Sería conveniente, pues, diferenciar unos de otros para poder centrarnos en los segundos, y dejar de lado los primeros, que suelen ser foco de preocupación y ansiedad. Para ello, nos ayudará identificarlos como tal, ser conscientes de ellos y, sin caer en cuestionarlos o validarlos, dejarlos a un lado para volver a dirigirnos a aquellos pensamientos que realmente nos llevan a algún sitio.  Se trata de un ejercicio algo pesado debido a que, por mucho análisis que hagamos, estos pensamientos suelen regresar, lo que implica repetir el proceso una y otra vez. Con el tiempo y la constancia se advierte cómo la cantidad y la frecuencia de estos pensamientos disminuye considerablemente.

Dentro de nuestro equipo hay varios profesionales especializados en Mindfulness o Terapias Contextuales, que pueden aclararte dudas y ayudarte a trabajar en este sentido. Si te interesa este tema, no dudes en contactar.

Mireia Valera
Dirección
Psicología General Sanitaria
Esp. Psicopatología Clínica y Terapia Contextual
Num. Col. 22209